jueves, 16 de abril de 2009

Irlanda Roque Cuadra

No hay nada más difícil que vivir sin ti... del Buquí. Bailaban frente al lago de Managua, una mujer regordeta, con un jeans bien ajustado a sus caderas, y una camisa blanca que apretaba su abundante abdomen. El hombre un típico nicaragüense, de estatura baja, cabello chirizo y piel chocolate le sostenía intensamente sus caderas.


Caminaba un domingo por la noche sobre las orillas del Xolotlán sin buscar un destino. Al leer BAR FIVERSTAR, me detuve, porque el nombre, le pregunte a un joven que servía cervezas, Xolotlán ¨cinco estrellas en español, los otros abres solo llegan a tres estrellas, me dijo, mientras sonreía.


El sonido de la música y la pareja en medio de la pista, me dieron ganas de tomarme una toña bien fría, pero la intensidad con que se abrazaban y las miradas fogosas que se intercambiaban, le dio otro sabor a mi cerveza.

Esa noche se escuchaba música por todos lados, entonces decidí visitar otros bares. Al caminar por las aceras donde el olor a carne asada empapaba de saliva mis labios, entre a una discoteca, que no recuerdo su nombre, solo se que se encontraba mas llena que las otras. Mucha gente bailaba en medio de la pista. Una mujer que vendía manzanas dentro de la disco me pidió que el comprara, yo no lo hice, solo me detuve a pensar: esto si es mi verdadera Managua. Gamas voy a encontrar un situación similar en el Chaman o Moods. Donde los vendedores ambulantes no pasan de las afueras de esos bares.

Cuando me salí de esa discoteca y al mirar a una pareja besándose frente al lago, bajo la luna partida por la mitad, me detuve a mirarlos. Creo que eran jóvenes, no lo se, por la oscuridad. Solo logre mirar como el viento soplaba la minifalda roja de la muchacha y como el joven aprovechaba esos soplos para introducir sus manos por debajo de esa falda.

La situación romántica y gratificante me impidió tomarles fotografías. No quise interrumpir la escena. Me fui al otro lado del Malecón, al nuevo Puerto Salvador Allende. Aquí encontré gente con otras características y con otra vestimenta. Pese a que también eran nicaragüenses, al igual que los otros, en el otro punto del Malecón, no se porque pude percibir que la diferencia de clase social era muy grande.

Sera que yo visite la Vieja Managua! No lo se. Pero lo que si estoy segura es que volvería a repetir la misma experiencia, en el mismo lugar, donde los hombres aun sacan a bailar a las muchachas. Y donde todos a un se miran a los ojos.

A pesar de sentir cosquillas por todo mi estomago, por temor a que me roben mi cámara, repetiría otra vez esa experiencia...

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